Antes de ser gay, soy una persona como cualquier otra, un tío como cualquier otro. Mi orientación sexual no es más que un detalle pero no me define. Pero, a mi pesar, muchos de los que piensan conocerme me van a definir como siendo gay y atribuir muchos de mis comportamientos al hecho de que sea maricón. Y no podrían estar más equivocados. Entonces, entiendo que hay que enseñar que la homosexualidad existe, y por supuesto enseñar que no es vergonzosa y se debe aceptar, pero uno no se debe pasar al querer visibilizar a toda costa a las « minorías », sobre todo cuando no están de acuerdo. Me parece una tontería más en absoluto, porque no es algo que realmente importe para vivir como persona. Es más, a la larga, puede producir efectos adversos a una mayor aceptación. Y “aceptación” tal vez ya es demasiado : simplemente diría que hay que dejar vivir lo que se mueve sin hacer daño.
Lo que sí es vergonzoso y de poca ayuda es que muchos todavía se queden con la idea de que alguien se comportará de tal o tal manera, le gustará fulanito porque es gay o le gustará tal o tal cosa por el mero hecho de que este alguien sea homosexual. Esto ya es caer en clichés y otros descarríos. Antes de ser gay, somos personas que pueden odiar, ignorar, despreciar, engañar… Y por supuesto, muchas otras cosas más relucientes. Como cualquier otra persona.
De todos modos, incluso la palabra « homosexual » es problemática cuando se habla de una persona. ¿Porqué hay que definir a las personas por sus gustos sexuales?
Así que, antes de ser gay, soy una persona. Soy vivo. Puedo ser divertido, estar triste, de mal humor, callado, agresivo, en la defensiva, testarudo. Pero gay antes de ser persona, no. No se equivoquen. Esto de ser gay no me hace mejor o peor persona. Es un detalle, y punto. Mientras ese detalle no sirva para definir y reducir mi condición humana, no hay problema. La condición humana ya es bastante.